Imaginá que sos un toro...
Sentí el escarnio al que sometieron a cientos, miles
de tus antepasados;
el languidecer de cada "ejemplar" paseado por la plaza, agujereado con
banderillas de colores y ensartado por la médula con un
sable bendecido
por el Rey.
Y en tu último hálito... te cortan la oreja y se la llevan de trofeo...
Imaginá, sentí y gritá... ¡Hay que tomar el asta, por los toros!
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Mi comentario es que ese pañuelo que entrega Elia a mujeres de Lear, se prolonga tambien a todos los que la queremos por su actuación inclaudicable, en memoria de su hijo y todas las victimas del genocidio, por los trabajadores.
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